Dos días antes de que se cumpliera el 25 aniversario de Timbiriche, el grupo se dio cita en un estudio fotográfico de la colonia Condesa, en uno de los corazones culturales del DF. Era un sábado tranquilo. Soleado. Pero ese día, poco sol íbamos a ver y, mucho menos, un minuto de tranquilidad.
La banda saltó a la fama en toda Latinoamérica a comienzos de los años ochenta. Se convirtieron en ídolos infantiles y, posteriormente, juveniles. Pero su fama no se estancó y siguió intacta hasta su separación definitiva en 1992. Con el paso de los años, la leyenda sigue intacta. Una buena muestra, los miembros originales están listos para la reunificación con el éxito asegurado: ya han colgado el cartel de no hay billetes para sus primeros cinco conciertos en el DF. Y tienen fechas confirmadas en México y Estados Unidos.
Antes del mediodía, Alix Bauer y Erik Rubín, dos de los cantantes de Timbiriche, ya estaban en sus puestos. Ella, preparándose con el maquillaje. Él, recibiendo la primera ración de leche en polvo.
Erick aguantó la primera andanada con una gran dosis de paciencia. ¿Alguna vez han recibido el impacto de medio kilo de leche en polvo? El equipo de producción funcionaba perfectamente y el ritmo de las fotos andaba con mucha fluidez. Lo cierto es que la naturalidad y buena disposición de Erik fue un gran augurio para el resto del día.
Con los tres hijos de Alix disfrutando la sesión, ella empezó a someterse a la ducha de café. Alrededor de una hora después de que comenzará su primer ‘click’ la sesión estaba terminada. Fue el momento que aprovecharon sus hijos para hacerse pasar por ayudantes y lanzar su propia dosis de granos de café a su madre.
Los prejuicios siempre son injustos. Y esa fama de que los latinos llegan tarde quedó echa pedazos. Las citas con los artistas se cumplían con precisión. Minutos antes de que Alix acabara, Sasha Sokol estaba junto a los maquillistas dándose los últimos retoques para someterse a una amarilla lluvia de maíz.
La cantante mexicana estaba totalmente metida en la sesión. Su ilusión contagió al grupo para unirse a la campaña Comercio con justicia de Oxfam Internacional y pedir unas reglas comerciales justas. Su compromiso con los pequeños agricultores mexicanos es total.
Para esas horas de la tarde, el suelo del estudio, completamente blanco antes de comenzar la sesión, ya estaba convertido en una mancha oscura. Pero era el momento de recobrar fuerzas con unas pizzas, la mejor solución cuando tienes que alimentar de una forma rápida a un buen grupo de gente con hambre.
El siguiente de la lista fue Benny Ibarra, que llegó acompañado de su hija. Sin duda, ella disfrutó más que su padre. Correteaba por el estudio, se escondía bajo la mesa mientras caían granos de frijol. La sesión con Benny fue de las más difíciles. Fue complicado controlar a los granos que rebotaban con fuerza sobre la mesa y estropeaban algunas tomas. Por suerte, la paciencia y el humor ayudaron. E hizo falta mucha. Al pasar las imágenes al computador, las fotos no aparecían y una sesión de hora y media estaba en peligro.
Mientras el fotógrafo Eniac Martínez comenzaba la sesión con Mariana Garza, la última del día, miraba de reojo hacia su ayudante. Quince minutos después, una sonrisa cómplice. Un programa de recuperación de archivos, recién bajado de Internet, había logrado salvar toda la sesión.
Mariana no sabía nada del problema con las fotos. Ella estaba enfrascada en la lucha con el azúcar. Sin duda, el peor de los productos. Lo sufrió por todas partes. Incluidos los ojos. Desde aquí, un aplauso para ella. Empezó con cierto temor y terminó disfrutando como una verdadera niña.
Sólo faltaba Diego Schoening, el único integrante de Timbiriche que nunca abandonó el grupo. La lluvia de trigo la tuvimos que dejar para otro día (siempre es complicado hacer coincidir las agendas de seis personas). Pero su sesión también se cerró con éxito.
Fuente: comercioconjusticia.com
La banda saltó a la fama en toda Latinoamérica a comienzos de los años ochenta. Se convirtieron en ídolos infantiles y, posteriormente, juveniles. Pero su fama no se estancó y siguió intacta hasta su separación definitiva en 1992. Con el paso de los años, la leyenda sigue intacta. Una buena muestra, los miembros originales están listos para la reunificación con el éxito asegurado: ya han colgado el cartel de no hay billetes para sus primeros cinco conciertos en el DF. Y tienen fechas confirmadas en México y Estados Unidos.
Antes del mediodía, Alix Bauer y Erik Rubín, dos de los cantantes de Timbiriche, ya estaban en sus puestos. Ella, preparándose con el maquillaje. Él, recibiendo la primera ración de leche en polvo.
Erick aguantó la primera andanada con una gran dosis de paciencia. ¿Alguna vez han recibido el impacto de medio kilo de leche en polvo? El equipo de producción funcionaba perfectamente y el ritmo de las fotos andaba con mucha fluidez. Lo cierto es que la naturalidad y buena disposición de Erik fue un gran augurio para el resto del día.
Con los tres hijos de Alix disfrutando la sesión, ella empezó a someterse a la ducha de café. Alrededor de una hora después de que comenzará su primer ‘click’ la sesión estaba terminada. Fue el momento que aprovecharon sus hijos para hacerse pasar por ayudantes y lanzar su propia dosis de granos de café a su madre.
Los prejuicios siempre son injustos. Y esa fama de que los latinos llegan tarde quedó echa pedazos. Las citas con los artistas se cumplían con precisión. Minutos antes de que Alix acabara, Sasha Sokol estaba junto a los maquillistas dándose los últimos retoques para someterse a una amarilla lluvia de maíz.
La cantante mexicana estaba totalmente metida en la sesión. Su ilusión contagió al grupo para unirse a la campaña Comercio con justicia de Oxfam Internacional y pedir unas reglas comerciales justas. Su compromiso con los pequeños agricultores mexicanos es total.
Para esas horas de la tarde, el suelo del estudio, completamente blanco antes de comenzar la sesión, ya estaba convertido en una mancha oscura. Pero era el momento de recobrar fuerzas con unas pizzas, la mejor solución cuando tienes que alimentar de una forma rápida a un buen grupo de gente con hambre.
El siguiente de la lista fue Benny Ibarra, que llegó acompañado de su hija. Sin duda, ella disfrutó más que su padre. Correteaba por el estudio, se escondía bajo la mesa mientras caían granos de frijol. La sesión con Benny fue de las más difíciles. Fue complicado controlar a los granos que rebotaban con fuerza sobre la mesa y estropeaban algunas tomas. Por suerte, la paciencia y el humor ayudaron. E hizo falta mucha. Al pasar las imágenes al computador, las fotos no aparecían y una sesión de hora y media estaba en peligro.
Mientras el fotógrafo Eniac Martínez comenzaba la sesión con Mariana Garza, la última del día, miraba de reojo hacia su ayudante. Quince minutos después, una sonrisa cómplice. Un programa de recuperación de archivos, recién bajado de Internet, había logrado salvar toda la sesión.
Mariana no sabía nada del problema con las fotos. Ella estaba enfrascada en la lucha con el azúcar. Sin duda, el peor de los productos. Lo sufrió por todas partes. Incluidos los ojos. Desde aquí, un aplauso para ella. Empezó con cierto temor y terminó disfrutando como una verdadera niña.
Sólo faltaba Diego Schoening, el único integrante de Timbiriche que nunca abandonó el grupo. La lluvia de trigo la tuvimos que dejar para otro día (siempre es complicado hacer coincidir las agendas de seis personas). Pero su sesión también se cerró con éxito.
Fuente: comercioconjusticia.com
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